Yo conocí a la luna cuando se estaba creando en un rincón del cielo,
la vi alimentarse de estrellas por meses,
la vi leer un par de historias románticas y veía como suspiraba sus sueños,
desayunaba corazones y constelaciones,
porque decía que en un planeta la idolatrarían,
se bañaba en una tina de polvo cósmico,
decía que tenia que ser eterna para los enamorados,
para que en algunas noches de desvelo
algún incauto y principiante flechado le dedicara a su amada su esplendor.
Ella estaba enamorada del sol,
pero el sol siempre estaba ocupado con sus labores en la tierra,
dándoles alimento a las flores,
dándole luz al azul del cielo para los pintores,
iluminando los pasos del hombre,
jugando con las sombras
de las orillas de los edificios y balcones,
despertando los parpados de los seres
que habitan en el planeta donde yo vivo,
donde yo observe cada día en el tejado
el auge de aquel amor, imposible de crearlo.
Ella quería enamorar al sol,
yo fui testigo de sus múltiples poemas,
vi como escribía su nombre recostada en las estrellas,
como le dedicaba todas esas madrugadas envueltas en pensamientos de fuego,
para que al cruzar el día ardiera mas su esplendor
en las partículas que dejaba como besos en el ambiente,
que tejía toda una noche para darle la bienvenida
al rastro nocturno de extrañarla.
La luna amaba al sol
y cuidaba a sus flores con un manto de roció,
le cuidaba primaveras y estaciones,
le cuidaba a sus seres que descansaban bajo su horario,
alimentaba a los que aun no conocían la luz
y les hablaba del calor que les podía proporcionar aquel astro,
con tan solo un rayo rozando su piel blanca y delgada
podrían llegar a ser tan importantes,
para el centro de cualquier pecho desolado;
me hablo de lo afortunada que era por pasear debajo
de sus ojos de llama,
la luna me lloraba desconsolada,
hablándome de su eterna obsesión,
yo le conté que siempre escuchaba hablar de su nocturna y seductora presencia,
admirada por curiosos, inmortalizada por poetas,
desde que se abrió el telón del universo
para mostrar su belleza y talento que inspira a masas y almas,
que no podía estar triste,
porque después el flujo de melancolía
fluiría alrededor de nuestras camas,
en especial la mía,
donde cada noche la esperaba despierta,
donde esperaba que me dedicara una mancha brillante de su negra cabellera,
donde quería que me dedicara una sola de sus canciones de madrugada,
canto suave y tenebroso que hacia con el viento y las orillas de las ramas,
para poder dormir, para poder soñar con ella,
en un lugar donde me quieran,
en un espacio donde sea ella
quien me ofrezca las razones de estar viva de día,
y no obsesionarme en querer ser sol
para su ciclo en la tierra.
Te Amo Luna....
Aunque siempre te topes con miles de soles imposibles,
siempre tendrás a tu humana aquí en el techo, en nuestro tejado
esperando a que le dediques tus horas, tus astros, tu melancolía.