viernes, 18 de enero de 2013

A Cup of Coffee, You and I.


Era una fría tarde de enero, el cielo parecía dominar nuestro ambiente, lo caliente y suave de un bocado de tarta de manzana mantuvo ocupada nuestras bocas y mentes, pero solo por un rato, tu mirada se asomaba por tu hombro cuando me servias café del otro lado de la cocina, yo sentada sin darle importancia a otra cosa del día mas que al escenario que se creo esa tarde, solo era tu mirada y yo en ese espacio, ese olor hogareño y triste a la vez; tenia tiempo que estabas ausente, tenia tiempo que no recordaba que te extrañaba, si, lo pensé así de ridículo e inesperado, pero así habían sido mis momentos contigo, rápidos e instantáneos, pero recuerdo que aun así me los agradecías todas mis locuras, porque tu habías sido una de mis grandes fuentes de perdida de razón.

Aquel lugar era grato, como si hubiera salido de una película europea, la habitación cubierta por un tapiz verde y detalles marrón en los bordes, lineas y curvas que jugaban con la geometría del lugar, muebles enormes y coloridos, cortinas claras y delgadas, tanto que parecían ser los rayos del sol, cálidos rayos de seda, una planta en la esquina recargándose en la pared, parecía como si estuviera dormida, cansada de esperar algo, yo era parte de toda esa pintorica ilustración y recordé cuando yo era parte de la decoración de tu vida, el retoque de felicidad que gozabas del pasado.

Después de agitar y hacer sonar varias veces aquella cucharita dentro de la taza de café, me serviste una aromática sensación que reconocí al instante, era el sabor mas dulce que mi lengua y mente había olvidado, aquel pensamiento tímido que te llega de golpe e invade todos tus sentidos, saber que alguien te conocía tan bien que sabia cuantas cucharadas de azúcar y café eran exactas para que consideraras una buena taza, inconsciente o concientemente, por inercia o por suerte sabias como deleitar mis papilas y mis pupilas. 

Te sentaste en frente de mi y ambas nos bebimos en miradas escondiéndonos detrás de esa porcelana, me hablabas de lo difícil que había sido mi partida y yo te hablaba de lo raro que estaba el clima, y después se provocaban silencios que se rompían en risas de algún recuerdo que lograbas evocar y me contagiabas, de repente de nuevo volvíamos al tango de miradas en tus labios, en mis ojos y  terminaban exhaustas en tus mejillas, reposando en aquel rubor intenso.

De repente el tiempo se volvió nada, una hora se volvió un día, todas esas horas recordando anécdotas que ya teníamos olvidadas, tazas y tazas pasaban por mi mano y cuando elegiste un tema que me apasionaba, de ahí mi boca no paro de esbozar mi plan para no perderme en el mundo, veía tu interés  mas que otras veces, mas que la ultima vez, veía como te acercabas lentamente, mientras te hacia una parodia de un personaje extraño que me había topado recientemente en la calle y después te relataba con emoción sobre lo que aprendía en clase y que eso me alimentaba mas que otras cosas, también te dibuje un garabato en una servilleta, pretendiendo hacer un edificio y un gato, para representarte gráficamente la filosofía que estaba creando, en la cual suponía cambiar mi entorno y hacer feliz a mas de uno con mi idea, hablábamos de todos los temas pero el que mas evadía, creo que te diste cuenta, ¿cual pensaste?...Sí, el amor y tu no me decías nada, pero con tan solo verme y robarme el aire, era mas que suficiente para saber que pensabas en eso y que tenia mi nombre tu corazón. Sobretodo cuando tomabas la taza que estaba a lado de la mía  como rosabas lentamente tu brazo junto al mio y tus dedos hacían ese tic que me mataba. 

Sin querer se hizo de noche y amaneció en las paredes, veíamos como esa luz de nuevo nos invadía y recorría el techo hasta tu figura recostada en el sofá junto a la mía   tu te habías recostado en mis piernas por que te encontrabas cansada por el viaje o tal vez de mis conversaciones, pero no bajabas la guardia aun sentía que me pretendía tu tacto, yo seguía hablándote de mis aventuras en mi mente y en la realidad, pero ahora con voz mas tenue para que pareciera como un sueño el momento, mi mano quiso acariciar tu cabeza, jugar con tu cabello, mis dedos querían navegar entre esa oscura cabellera y saltar de vez en cuando a las islas de tus cejas, desfilar como abejas en primavera pero sin el dolor que te cause un enfado de estas, alimentándose de toda una estación y mas, pues mis dedos querían alimentarse de ti, pero me contenía el saber que alguien me esperaba en casa y que este solo había sido un reencuentro, un bello viaje a encontrarnos y saber que aun seguíamos despiertas esperando a que algo nos dijera que estábamos en buen camino, esperando que alguna de las dos trajera un libro donde decía que nuestro final si pudo ser mas que feliz, pero yo he dejado de leer y a ti nunca te gusto, decías que te aburría saber otras historias que no fueran de nosotras.

Era tarde, todo lo anunciaba, las llamadas de mi vida cotidiana, la hora que reclamaba tu retorno a tu nueva casa, en ese instante la habitación perdió el color verde y todo se volvió pálido, las cortinas se tornaron oscuras, las tazas se llenaron de polvo, y de repente sentí un vació, el frió calaba mas en los huesos y en tus ojos, te levantaste y me trajiste una pequeña bolsa negra,
al abrirla mis sorpresa fue incontenible, eran mas de 100 cartas, coloridos dibujos, arboles y gatos se desbordaban de mis manos, tu solo sonreíste me mirabas aun tan tiernamente como aquella vez que te conocí en aquel parque, agachabas la mirada, unías tus manos y las movías inquietamente, estabas nerviosa y yo sin habla, era el momento de decirte adiós y mis lagrimas querían hacer un rió en tus pies, me acerque lentamente y con mi mano retire el exceso de rubor y cabello que había en tu mirada, sentí la humedad de tu tristeza me acerque y mi corazón se alboroto al asomarse y ver al tuyo saludándolo con tal alegría que tuve miedo de corresponder tal gesto de bienvenida, trague saliva, tome un gran bocado de aire y me acerque mucho mas, tanto que cualquier movimiento podría provocar un roce, un beso en nuestra piel, tu cerraste los ojos y aun sentía esa mirada melancólica  me acerque peligrosamente a tus labios y...no pude detener mi vida, estuve cerca de aquellos labios que vieron nacer mi alegría  que disfrutó de mis risas por la mañana, que disfrute cuando me susurraba por la madrugada, te di un beso tan profundo en tu mejilla que pensé que había nacido con tu rostro en mi boca y que no podía separarme de lo que era parte de mi por naturaleza, mis lagrimas brotaban y tu temblabas, eramos dos imanes que se quedaron sin carga, sentí como te dejaba mi esencia en ese beso, la mitad de mi vida la llevas plasmada ahora en tu mejilla, por eso es que aun me sigues viendo en el espejo y yo me siento sin vida. 

Son difíciles las despedidas mas cuando se trata de la mujer que amaste y que ahora te sientes conectada por alguna razón, se vuelve tu secreto, tu sueño, pero no trasciende a este momento tan fuerte para que vuelvas a vivir cerca de mi cielo y mi tejado, que mas daría por seguir escribiendo como si todo lo quisieras hacer realidad conmigo...escribirte un feliz sin final y que tu me dieras tu versión de la vida y como la quieres conmigo, si pudiera, si pudieras...










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